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La risa como antídoto contra todos los miedos: 

Estamos en la Edad Media. La sociedad se caracteriza por ser una sociedad del miedo. La dureza de la vida, la incertidumbre y la violencia son parte del mundo cotidiano. Sin embargo, en ciertos días, los campesinos le daban la espalda al miedo y se reían del orden social injusto que reinaba en esta sociedad feudal.  Esos días, los sectores populares salían de las aldeas y de los bosques para desfilar alegres ante castillos señoriales e iglesias. Todo parecía volverse fiesta: el día de todos los santos, el día de los muertos,  el de San Nicolás – que homenajeaba a la infancia – la Navidad, la “fiesta de los
locos”, el día de los reyes magos, la fiesta del asno, y principalmente, EL CARNAVAL. Todos eran momentos de encuentro y recreación. 
La iglesia regulaba el tiempo del trabajo y de las festividades. Sus campanas marcaban el comienzo y el fin del día. También los momentos importantes de la vida social se celebraban allí, por ejemplo, los bautismos, los matrimonios y los entierros. El interior de la iglesia era también un lugar de asamblea y de encuentro entre los aldeanos. Sus campanas en ocasiones se escuchaban para advertir el peligro de invasiones o de incendios. El atrio podía ser un refugio para un siervo (esclavo) fugitivo o cualquier perseguido, dado que ese lugar era inviolable y, por lo tanto, un lugar seguro mientras allí se permaneciera. La iglesia dictaba así el pulso de las actividades cotidianas, no sólo marcaba el ritmo de las festividades religiosas, había incorporado también otras actividades por medio de usos y costumbres que provenían de las vida campesina y que estaban muy vinculados con los ciclos de la tierra y de la naturaleza. 
Las tradiciones y los conocimientos de los campesinos circulaban de familia en familia, junto con el dominio de las habilidades para el trabajo: se transmitían de forma oral entre padres, hijos y vecinos, ya que por lo general los sectores populares no sabían leer ni escribir. 
Los religiosos y algunos nobles laicos tenían, en cambio, una competencia que los diferenciaba del resto: dominaban la lectura y la escritura. Es por eso que los curas párrocos, predicadores errantes y eruditos, hacían oír su voz en campos y en ciudades, dando explicaciones para el funcionamiento de la naturaleza y la sociedad y exhortando a los campesinos a cumplir con las prácticas religiosas. Recordemos que la iglesia divulgaba que el orden de la sociedad se basaba en tres estamentos: los que oraban (clero), los que luchaban (señores feudales/ejército) y los que trabajaban (campesinos, artesanos y siervos). Ese orden social era completamente subvertido los días de fiesta, donde todo era risa.
Dentro de la cultura oficial el tono religioso, erudito y serio había poco lugar para la risa. Nada que subvertiera el orden feudal era admitido, de ahí que el recurso del humor para la crítica social fuera considerado tan perturbador y amenazante al orden establecido. El poder de la comicidad se fundaba también en su gran arraigo popular, porque sólo en un mundo paralelo otras cosas estaban permitidas. Había tiempos y espacios para huir de los moldes oficiales, para rebasarlos. La alegría desbordaba la solemnidad y se reía de los miedos. Era en el territorio de la cultura popular donde todas las amarras se podían cortar... al menos por un tiempo. Durante los meses de carnaval los campesinos construían para sí y para los otros un mundo regido por la libertad y la risa. En esos días de fiesta pública, por tradición, estaba permitida la burla. Se cerraban las calles de la aldea, se decoraban las fachadas de las casas, y palacios. Se armaban los lugares para la comida en común y para los músicos. Cuando el ambiente estaba listo todo podía suceder. En us estudio muy interesante sobre el tema, Mijail Bajtín describe la atmósfera de esa
festividad  “(...) el caranaval era el triunfo de una especie de liberación transitoria, más allá de la órbita de la concepción dominante, la abolición provisional de las relaciones jerárquicas, privilegios, reglas y tabués”. Como dijimos, los festejos de carnaval ocupaban un lugar muy importante dentro de la sociedad feudal y llegaban a durar hasta tres meses. Era el reino de lo cómico, la risa, la burla, la transgresión. Era la parodia de la vida ordinaria, un verdadero “mundo al revés”, donde reinaban las bromas, las groserías y el desparpajo; un mundo donde el cuerpo sustituía al espíritu y sus necesidades básicas eran abundantemente satisfechas. En este sentido, la vida y la organización social eran entendidas como una rueda: lo que en algún momento estaba arriba podía luego bajar, pero todas las clases sociales se mezclaban en el carnaval.

 Actividades:
1. ¿Cuáles eran los festejos en los cuales, las personas de la Edad Media, se reunían en espacios públicos a festejar? ¿Cuál de esos festejos era el de mayor importancia?
2. ¿Qué rol desempeñaba la iglesia en el medievo?
3. ¿Qué pasaba con el orden impuesto en los días de carnaval? ¿Qué sucedía durante esos festejos?
4. ¿Por qué Mijail Bajtín dice que el carnaval era un momento de liberación pero “transitoria”?
5. ¿Por qué puede decirse que la organización social, en carnaval, era entendida como una “rueda”

Biblioteca Quino: Comisiones Evaluadoras ABRIL 2022

                             ABRIL  2022