Materia SOCIOLOGÍA
5to 2da Lorena Campos MAIL:
camposlorenapaula@gmail.com
RECUERDA CUANDO ENVÍES EL MAIL CON LA ACTIVIDAD REALIZADA
O CUANDO ESCRIBAS POR CONSULTAS, SIEMPRE ACLARAR TU NOMBRE, ESCUELA,
MATERIA Y EN ESTE CASO ACTIVIDAD 2. Y TAMBIÉN NECESITAMOS QUE SEA TIPEADO Y
NO EN FOTOS DE TU CARPETA.
Tema: 24 de marzo. Día Nacional de la Memoria por la Verdad y
la Justicia.
Objetivos:
·
Reflexionar sobre lo ocurrido el 24 de marzo de
1976 y la importancia de su conmemoración en la actualidad.
·
Comparar el significado social del “encierro”
durante la dictadura (1976-1983) con el encierro actual por la emergencia
sanitaria del Coronavirus.
Tiempo estipulado: 3 horas.
Actividad 1: ¿Qué es la memoria? ¿Para qué recordamos?
1- Escucha y lee la canción “La memoria” de León Gieco.
2- ¿Conocías la canción y/o al autor?
3- En un momento del vídeo (2:48) se ve una bandera con la
siguiente consigna: “¿Dónde están? La verdad sigue secuestrada”. ¿A quienes hace referencia? ¿Por qué habla de
“secuestros”?
4- ¿Por qué crees que para el autor es importante dejar que
la memoria del pueblo sea “libre como el viento”?
5- ¿Qué significa para vos la memoria? ¿Cuál es tu recuerdo
más antiguo?
Actividad 2: Crónicas de la última dictadura y del encierro
por la pandemia en Argentina.
1- A) Leé con atención las siguientes crónicas de Mariana
Tello Weis, hija de madre desaparecida por la dictadura cívico-militar e
hija de padre preso político por la dictadura cívico-militar. B) Busca en el
diccionario o en wikipedia todas aquellas palabras que no comprendas o te
parezcan difíciles C) Escribí un título para cada una de las crónicas
que te parezca representativo de las mismas.
Crónicas del encierro I:
Cuando (re)conocí a mi viejo (después de nueve años de ausencia), las charlas eran interminables. Había cosas, ahí comencé a comprender, dolorosas de contar. Los años de clandestinidad, la cárcel.
En esos días yo dormía en una habitación que en algún futuro iba a tener un baño privado. El espacio reservado para eso era un lugar de proporciones de un baño, en el cual no tuvieron mejor idea que ponerlo a dormir, para que estuviéramos cerca. Todas las noches mi viejo despertaba en la madrugada, llorando, gritando. La habitación donde dormía tenía una ventana pequeñísima y las proporciones de una celda. Desde esas proporciones, pudo contarme el encierro. Del relato de ese encierro conservo un árbol.
“Cuando estás en un calabozo –decía- te vas olvidando qué forma tiene un árbol. Y lo único que te queda es la esperanza, el recuerdo del amor que algún día pudiste sentir”. Años después, el árbol apareció en boca de Cristina, una de las mujeres que consiguieron fugarse del Buen Pastor en 1975. Perpleja, sin poder saltar por la ventana ante la visión de un árbol. Y en el poema de Marcos Ana, republicano, adolescente, encerrado, por “22 años, ya olvido/ la dimensión de las cosas/ su olor, su aroma/escribo a tientas el mar/ el campo, el bosque, digo bosque/ y he perdido la geometría del árbol”.
En estos días de encierro yo tengo un árbol. Tengo la esperanza y el amor. Y el recuerdo de todo el amor que pude sentir.
Y, por fortuna, la memoria.
Cuando (re)conocí a mi viejo (después de nueve años de ausencia), las charlas eran interminables. Había cosas, ahí comencé a comprender, dolorosas de contar. Los años de clandestinidad, la cárcel.
En esos días yo dormía en una habitación que en algún futuro iba a tener un baño privado. El espacio reservado para eso era un lugar de proporciones de un baño, en el cual no tuvieron mejor idea que ponerlo a dormir, para que estuviéramos cerca. Todas las noches mi viejo despertaba en la madrugada, llorando, gritando. La habitación donde dormía tenía una ventana pequeñísima y las proporciones de una celda. Desde esas proporciones, pudo contarme el encierro. Del relato de ese encierro conservo un árbol.
“Cuando estás en un calabozo –decía- te vas olvidando qué forma tiene un árbol. Y lo único que te queda es la esperanza, el recuerdo del amor que algún día pudiste sentir”. Años después, el árbol apareció en boca de Cristina, una de las mujeres que consiguieron fugarse del Buen Pastor en 1975. Perpleja, sin poder saltar por la ventana ante la visión de un árbol. Y en el poema de Marcos Ana, republicano, adolescente, encerrado, por “22 años, ya olvido/ la dimensión de las cosas/ su olor, su aroma/escribo a tientas el mar/ el campo, el bosque, digo bosque/ y he perdido la geometría del árbol”.
En estos días de encierro yo tengo un árbol. Tengo la esperanza y el amor. Y el recuerdo de todo el amor que pude sentir.
Y, por fortuna, la memoria.
Crónicas del encierro II
Jack Goody, un antropólogo británico, escribió sobre muchas cosas que me cautivan: las flores, la cocina, la escritura. Lo curioso es que él -como muchos otros- llega a estos temas desde la experiencia del encierro. Confinado en un campo de concentración durante la II guerra mundial se pregunta, años después, sobre cómo el encierro pone de relieve lo (estrictamente) necesario: víveres, sexo, evasión. En la vida normal, rara vez llamaríamos "necesidad" a la evasión. Pero durante el encierro es la vida. Así Goody desarrolla toda una teoría sobre la importancia de la cultura escrita, a partir de la nostalgia por sus libros durante el confinamiento.
Leer, como una forma de huir hacia otros mundos.
Quizá por eso en las memorias concentracionarias los libros siempre tienen un lugar de privilegio. En La Perla Tina leyó a Bretch, escondido bajo las colchonetas. Patricia, Leti y Marcos no eran creyentes, pero leían juntos una Biblia que había pertenecido a alguien ¿un signo de recuperación? Suponían los verdugos. De recuperación, sí, de la humanidad. Un umbral hacia el mundo de antes.
En mi antigua casa tengo un centenar de libros. Los extraño a lo loco.
Aquí tengo solo cuatro. Traición. Subversión. Monstruos. Espera.
Alguien, como un presagio, escribió sobre la espera.
En estos días de encierro tengo -cuatro- libros.
Y, por fortuna, la memoria.
Jack Goody, un antropólogo británico, escribió sobre muchas cosas que me cautivan: las flores, la cocina, la escritura. Lo curioso es que él -como muchos otros- llega a estos temas desde la experiencia del encierro. Confinado en un campo de concentración durante la II guerra mundial se pregunta, años después, sobre cómo el encierro pone de relieve lo (estrictamente) necesario: víveres, sexo, evasión. En la vida normal, rara vez llamaríamos "necesidad" a la evasión. Pero durante el encierro es la vida. Así Goody desarrolla toda una teoría sobre la importancia de la cultura escrita, a partir de la nostalgia por sus libros durante el confinamiento.
Leer, como una forma de huir hacia otros mundos.
Quizá por eso en las memorias concentracionarias los libros siempre tienen un lugar de privilegio. En La Perla Tina leyó a Bretch, escondido bajo las colchonetas. Patricia, Leti y Marcos no eran creyentes, pero leían juntos una Biblia que había pertenecido a alguien ¿un signo de recuperación? Suponían los verdugos. De recuperación, sí, de la humanidad. Un umbral hacia el mundo de antes.
En mi antigua casa tengo un centenar de libros. Los extraño a lo loco.
Aquí tengo solo cuatro. Traición. Subversión. Monstruos. Espera.
Alguien, como un presagio, escribió sobre la espera.
En estos días de encierro tengo -cuatro- libros.
Y, por fortuna, la memoria.
Crónicas del encierro III
Intento escribir mientras escucho a Leonard Cohen. Oh Marianne.
En una entrevista, preguntado sobre el éxito de dance me to the end of love Cohen dijo que hablaba menos del amor que de la música como un lenguaje que trasciende la tragedia. De los cuartetos de cuerdas, forzados por los SS a tocar mientras otros prisioneros eran llevados a las cámaras de gas. Incluso antes de saber la historia, ya sentía algo sobrecogedor en la vibración de los violines. Y es que la música envuelve, como una atmósfera.
La música y el amor. La música y el final. La música y encierro. Una vez me contaron que el Mono, preso en la UP1 en 1975, recibía unas golpizas tremendas.
Después de cada castigo, casi sin tenerse en pie, se trepaba a la minúscula ventana de la celda y cantaba. Cantaba boleros. Bésame, bésame mucho. Cuando terminaba, resonaban miles de aplausos anónimos. Y lo volvían a castigar. Años después lo escuché cantar sus fabulosos boleros, en una situación considerablemente mejor, en un asado y ya con muchas copas. Los ojos entrecerrados y las manos en el pecho. Como si fuera esta noche la última vez. Cantar –dijo- fue lo que me salvó.
Hoy limpié como una chica Almodovar, escuchando boleros.
Canté en la ducha, a los gritos.
Alguna vecina teenager, hace un lipsync de Tusa en el balcón.
A lo lejos se escucha “rezo por vos”.
Leonard canta “dance me through the panic till I'm gathered safely in”
En estos días de encierro tenemos algo que todavía podemos compartir como el aire: la música.
Y, por fortuna, la memoria.
Intento escribir mientras escucho a Leonard Cohen. Oh Marianne.
En una entrevista, preguntado sobre el éxito de dance me to the end of love Cohen dijo que hablaba menos del amor que de la música como un lenguaje que trasciende la tragedia. De los cuartetos de cuerdas, forzados por los SS a tocar mientras otros prisioneros eran llevados a las cámaras de gas. Incluso antes de saber la historia, ya sentía algo sobrecogedor en la vibración de los violines. Y es que la música envuelve, como una atmósfera.
La música y el amor. La música y el final. La música y encierro. Una vez me contaron que el Mono, preso en la UP1 en 1975, recibía unas golpizas tremendas.
Después de cada castigo, casi sin tenerse en pie, se trepaba a la minúscula ventana de la celda y cantaba. Cantaba boleros. Bésame, bésame mucho. Cuando terminaba, resonaban miles de aplausos anónimos. Y lo volvían a castigar. Años después lo escuché cantar sus fabulosos boleros, en una situación considerablemente mejor, en un asado y ya con muchas copas. Los ojos entrecerrados y las manos en el pecho. Como si fuera esta noche la última vez. Cantar –dijo- fue lo que me salvó.
Hoy limpié como una chica Almodovar, escuchando boleros.
Canté en la ducha, a los gritos.
Alguna vecina teenager, hace un lipsync de Tusa en el balcón.
A lo lejos se escucha “rezo por vos”.
Leonard canta “dance me through the panic till I'm gathered safely in”
En estos días de encierro tenemos algo que todavía podemos compartir como el aire: la música.
Y, por fortuna, la memoria.
Crónicas
del encierro IV
Este día de encierro no es cualquier día. La memoria no puede vivir sin sus anclas, sin sus lugares, sin sus fechas, sin sus afectos. En este encierro busco hacer pie en algún sitio.
No tengo recuerdos propios de aquel 24 de marzo de 1976. Tengo otros que con los años se han ido enlazando con los míos. Mi memoria del 24 de marzo está indefectiblemente atada a la de mi madre, asesinada en julio de ese año. Y con la de la Ceci, secuestrada ese mismo día, confinada por más de dos años en La Perla. Las dos son las anclas de mi recuerdo hoy. De mi escritura.
La Ceci tenía el don de narrar lo inenarrable. Decía que ella, que amaba el sol, no podía recordar esos dos años en otros colores que no fueran en blanco y negro. Ella, que amaba el sol, solo tenía un cielo abierto en sueños, donde corría por el mar.
Los 24 eran fechas difíciles para ella. Doblemente difíciles.
En diciembre nos dejó. Murió después de una larga enfermedad que llevó con la dignidad de los que ya han visto a la muerte de cerca. De los que, aunque encerrados, llevan el sol y el mar en sus sueños.
Tuve la fortuna de compartir con ella ese último tiempo, de dolor, si, pero también de des-encierros: llévame al sol, chiquita. Llevame a hacer las compras. Te toca sacarme a dar una vuelta. Quiero volver a la perla... y poder irme.
Te llevo a dar una vuelta en mi mente, Ceci. Te extraño fuerte. Te llevo, en mi mente, al sol y al mar que tanto amabas.
Te cuento que este 24 hay sol.
Que en este encierro tengo sol.
Y, afortunadamente, tu amorosa memoria.
Este día de encierro no es cualquier día. La memoria no puede vivir sin sus anclas, sin sus lugares, sin sus fechas, sin sus afectos. En este encierro busco hacer pie en algún sitio.
No tengo recuerdos propios de aquel 24 de marzo de 1976. Tengo otros que con los años se han ido enlazando con los míos. Mi memoria del 24 de marzo está indefectiblemente atada a la de mi madre, asesinada en julio de ese año. Y con la de la Ceci, secuestrada ese mismo día, confinada por más de dos años en La Perla. Las dos son las anclas de mi recuerdo hoy. De mi escritura.
La Ceci tenía el don de narrar lo inenarrable. Decía que ella, que amaba el sol, no podía recordar esos dos años en otros colores que no fueran en blanco y negro. Ella, que amaba el sol, solo tenía un cielo abierto en sueños, donde corría por el mar.
Los 24 eran fechas difíciles para ella. Doblemente difíciles.
En diciembre nos dejó. Murió después de una larga enfermedad que llevó con la dignidad de los que ya han visto a la muerte de cerca. De los que, aunque encerrados, llevan el sol y el mar en sus sueños.
Tuve la fortuna de compartir con ella ese último tiempo, de dolor, si, pero también de des-encierros: llévame al sol, chiquita. Llevame a hacer las compras. Te toca sacarme a dar una vuelta. Quiero volver a la perla... y poder irme.
Te llevo a dar una vuelta en mi mente, Ceci. Te extraño fuerte. Te llevo, en mi mente, al sol y al mar que tanto amabas.
Te cuento que este 24 hay sol.
Que en este encierro tengo sol.
Y, afortunadamente, tu amorosa memoria.
2- El siguiente es un fragmento de la última crónica: “Este
día de encierro no es cualquier día. La memoria no puede vivir sin sus anclas,
sin sus lugares, sin sus fechas, sin sus afectos. En este encierro busco hacer
pie en algún sitio” Explicá con tus palabras qué quiere transmitir la
autora de la crónica. ¿Por qué creés que la memoria es importante para
atravesar momentos difíciles? ¿Cuál es tu ancla frente al encierro?
3- Redactá tu propia crónica sobre tu experiencia del
encierro por la medida sanitaria frente al Coronavirus*. La idea es que en la
misma puedas dejar testimonio de tus sensaciones, tus recuerdos, tus miedos,
tus sueños y/o tus proyectos frente a la situación que nos toca vivir. En la
misma podés incluir los siguientes datos: A) Información sobre los hechos
actuales en relación a la pandemia en argentina B) ¿Quién sos? C) ¿Dónde estás?
D) ¿Con quiénes estás? E) ¿Qué cosas haces? F) ¿Qué te sucede/sentís frente al
encierro? G) ¿Qué cosas extrañas de estar afuera? H) ¿Qué música escuchas? I)
¿A que te aferras? -tu ancla- J) ¿Qué te gustaría hacer cuando puedas salir en
libertad?
* Si tenés ganas podés incluir una foto de vos mismo/a
durante el encierro.