El humorismo: es el
modo de representar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado
cómico, risueño o ridículo de las cosas.
El humorista busca divertir al público mediante
chistes, imitaciones, burlas u otros medios.
El humorismo consiste en darle un aspecto gracioso a
un hecho de enorme seriedad que permanece oculta por la forma de broma.
A menudo presente en las obras literarias, el
humorismo se usa como una crítica velada, indirecta; el humorista presenta una
visión amable de las debilidades humanas y sólo un público sensible con
respecto al punto de vista del humorista puede descifrar la intencionalidad
crítica.
El humor literario es una serie de rasgos propios y
reconocibles que pueden presentarse en diversas circunstancias, en distintos
géneros y en cualquier tipo de textos.
Para lograr el efecto humorístico, el autor dispone de
distintos recursos, según el propósito que persiga, ellos son: el absurdo, la
parodia, la exageración, metonimias, analogías, definiciones, observaciones y
la ironía.
Recursos humorísticos:
Ironía: Con ella se da a entender lo
contrario de lo que se dice, por ejemplo: ¡Qué hermosos zapatos te pusiste
hoy! (hace referencia a que son feos, no le gustan al emisor). Requiere un
esfuerzo intelectual, porque es necesario que el interlocutor entre en el "juego".
Fracasa si éste entiende "al pie de la letra" lo que se le ha dicho y
no comprende la intención cómica. La ironía literaria requiere gran ingenio y
es un recurso fundamental en los textos humorísticos y satíricos, pero también
en los de crítica social, pues parte de un enunciado serio mientras su sentido
resulta burlesco y provoca risa, por ejemplo: ¡Veo que el gobierno ha
terminado por fin con la pobreza! (hace referencia a que, por el contrario,
la pobreza ha aumentado); se evidencia así una crítica social, a los
gobernantes de turno, pero de un modo que provoca humor; esta es la manera en
que se hace humor político, por ejemplo.
Hipérbole: consiste en exagerar
excesivamente un rasgo, idea o hecho, etc. Para ampliarlo o disminuirlo. Se
emplea para ridiculizar o subrayar algo, mediante comparaciones. Ejemplo: Era
un hombre tan viejo, tan viejo, que llegó a ver el arco iris en blanco y negro.
Parodia: imitación burlesca de una
obra literaria o artística de cualquier clase. La risa surge de una constante
confrontación entre dos textos, el parodiado y el parodiante. Se requiere de
una conciencia del texto parodiado, ya que, si se desconocen sus características,
la parodia carecerá de efecto. Ejemplo: Scary Movie es una serie de películas
estadounidenses de comedia especializada en "burlarse" de las
películas populares de terror.
Sátira: obra en la que se realiza
una censura o crítica de las conductas o actitudes de ciertas personas o grupos
sociales a los que se suele ridiculizar. Ejemplo: el humor político.
Sarcasmo: burla irónica e hiriente con
la que se pretende molestar u ofender a instituciones o individuos. ¡Qué
buen amigo eres!¡Qué bien te has comportado! (hace referencia a que se
siente defraudado y la frase actúa como una crítica a su comportamiento)
Caricatura:
descripción o retrato exagerado o satírico de las peculiaridades de una
persona, situación o hecho. Por lo general conlleva una crítica burlesca, pues
se acentúan ciertos rasgos para ridiculizarlos.
Disparate: inversión del sentido común
o el efecto "sorpresa" que produce una idea poco predecible. Ejemplo:
¡El nuevo guarda vidas es un tipo muy guapo y muy musculoso! ¡Imagino que tendrá una
voz fuerte y viril! Pero, cuando el joven se acerca a hablar con la muchacha
que realizó el comentario, para sorpresa de ella, él tiene una voz finita y
graciosa.
Doble sentido: consiste
en la utilización de ciertas palabras que juegan a la ambigüedad entre el doble
sentido de la significación objetiva y la metafórica, la polisemia y el
aprovechamiento de los valores figurados. Ejemplo: ¡Quisiera comprar el libro
sobre la fatiga y el cansancio! ¡Lo siento están agotados!
Actividad: análisis
de texto
Leer el texto Colocar un cuadro es muy sencillo
(utilizada en la actividad anterior) y realizar las siguientes consignas.
1) Dar
ejemplos de Ironía y/o sarcasmo.
2) Dar
un ejemplo de hipérbole.
3) Dar
un ejemplo de doble sentido.
4) Dar
un ejemplo de disparate.
5) Hacer
la descripción caricaturesca del señor Podger.
6) ¿Por
qué puede decirse que el texto es una sátira?
Colocar un cuadro es muy sencillo
Basta que al señor
Podger se le meta algo entre ceja y ceja para que se revuelva toda la casa. No
hacen más que traer al comedor un cuadro recién comprado y, cuando la señora
Podger escoge el sitio de su agrado para colgarlo, el señor Podger sale
diciendo:
-- ¡Oh!, por
favor, les pido a todos que me dejen solo en este asunto… Yo soy quien va a
hacerse cargo de ponerlo en la pared.
Y comienza por
quitarse la americana; luego manda a la criada a la ferretería a comprar
cincuenta centavos de clavos; enseguida, apura a su hijo para que la alcance y
le recuerde el tamaño específico de los clavos… De ahí en adelante es cuando
comienza el verdadero jaleo.
-- Willy, tráeme
el martillo… Tom. Alcánzame el metro… Me hace falta también la escalera… la
silla de la cocina y… Eh, Jim, llégate a la casa del señor Goggles y dile así:
“Papá lo saluda de su parte y desea que su pierna haya mejorado. De paso le
pregunta si puede usted prestarle su nivel”. Tú, Mary, quédate aquí: necesito
que alguien me sostenga la lámpara. Tan pronto regrese la criada tendrá que
salir de nuevo a comprar cordel. ¡Tom! ¿Dónde está Tom? Ven acá, muchacho.
Alcánzame el cuadro.
Cuando Tom va a
cogerlo se le cae. El grabado se sale del marco y el señor Podger se corta con
el cristal. A la carrera, atraviesa la sala en busca de su pañuelo, pero no
puede hallarlo porque está en un bolsillo de su americana y no recuerda dónde
la ha colocado. La familia entera se pone entonces a buscarla. El señor Podger
va de un extremo al otro como un loco. Empuja a unos, tropieza con otros. Por
fin, se deja caer en un asiento y empieza a quejarse sin parar.
-- Pero, díganme…
¿es que nadie va a saber dónde está mi americana? ¡Caramba, en mi vida he visto
gente más inútil! No sé cuál es el más incapaz.
Al ponerse de pie,
advierte que estaba sentado encima de la prenda y exclama:
-- Aquí está. Yo
he sido quien la ha hallado. ¡Yo soy siempre quien halla las cosas en esta
casa!
Media hora más
tarde, luego que ya tiene el índice vendado y le han traído el martillo, la
escalera, la silla y la lámpara, toda la familia se encuentra a su alrededor,
incluso la criada y la lavandera… Uno le aguanta la escalera; otro lo ayuda a
subir; este le da los clavos; el de más allá le ofrece el martillo. Se le caen
los clavos y hay que arrodillarse con una vela a buscarlos por el piso.
-- Aquí están.
-- ¿Y el martillo?
¿Dónde lo han dejado? ¡Es increíble! Tengo siete a mi lado y ninguno sabe del
martillo.
El señor Podger
encuentra finalmente la herramienta, aunque para entonces ha perdido la
indicación a lápiz del lugar donde debe ir el clavo. Lo ayudan otra vez a hacer
la marca, pero surgen discrepancias de criterio. Entonces, el señor Podger toma
en sus manos el metro y comienza de una vez sus enrevesadas mediciones.
-- Treinta y
cuatro centímetros y medio del cielo raso, y un metro diez de la esquina…
Restando siete centímetros para el marco…
Se equivoca al
hacer los cálculos. Tratan de ayudarlo y lo confunden más en las sumas y
restas. El buen hombre toma entonces una importante resolución. Se estira hacia
la izquierda con un cordel,
lo que simplificará las cosas. Se estira hasta el máximo punto, formando con su
cuerpo un ángulo de cuarenta y cinco grados con la escalera.
Tres centímetros
más y llegará a la esquina con la yema de los dedos. Pero esos tres centímetros
son suficientes para romper su equilibrio y el señor Podger cae sobre el
teclado del piano, sacándole un extraño acorde.
La dueña de la
casa protesta. No puede consentir que los niños oigan tales expresiones. La tía
Mary se permite algunos comentarios irónicos:
-- La próxima vez
que vayan a colgar un cuadro, me hacen el favor de avisarme con antelación para
irme al campo a ver a mamá y regresar antes que hayan terminado.
-- ¡Ah!, las
mujeres… De una insignificancia hacen un mundo – responde el señor Podger, con
aspereza, y presenta un clavo a la pared.
Al segundo
martillazo, el clavo penetra en el yeso hasta la cabeza y para sacarlo hay que
practicar una excavación. Luego es preciso ponerse a hacer nuevas mediciones
para buscar otro lugar que esté un poco más alto y más a la izquierda. Con tal
finalidad, los niños se dedican a buscar el metro, el lápiz y el cordel.
Por fin, ya para
las once de la noche, el cuadro está colgado en la pared. No se ve tan derecho
que digamos, y su simetría deja algo que desear con respecto a los objetos que
lo rodean. Pero, ¡eso qué importa!... No obstante, en un claro de cincuenta
centímetros a la redonda, la pared parece picada de viruelas. Todos los
miembros de la familia se notan molestos y extenuados, menos el señor Podger.
-- ¡Ahí lo tienen!
—dice visiblemente satisfecho, al abandonar la escalera--. ¡Ya ven, no ha
habido que recurrir a un tapicero para realizar una pequeñez como esa!