PRÁCTICAS
DEL LENGUAJE. CURSO: 2°
2DA.
PROFESORA
GABRIELA GARCÍA
ENVÍEN
LOS TRABAJOS AL SIGUIENTE MAIL PARA SU CORRECCIÓN: gabrielaliteraturaplg@gmail.com
El picaflor y el sapo
Hace muchos, pero muchísimos años, antes de que el
hombre poblara estas tierras, Añá, el dios del mal, se la pasaba espiando a
Tupá, el dios del bien. Tupá ya había creado la tierra, las aguas y los cielos
y en esos días se encontraba muy ocupado creando a los seres que iban a
habitarlos. Para ello, tomaba barro y cerrando los ojos moldeaba entre sus
dedos hábiles y suaves la fi gura del animal que había imaginado. Cuando los
abría, este aparecía ante sus ojos tal como Tupá lo había soñado. Entonces, lo
soplaba con su aliento divino y el animal cobraba vida.
Y fue así como una mañana, Tupá se sentía más feliz
que nunca y decidió hacer algo muy hermoso. Entonces tomó los colores del arco
iris, los mismos que había usado para pintar las fl ores, y los mezcló con un
puñadito de tierra colorada, no mucha, porque quería hacer un ser pequeño y
delicado. Tupá fue amasando la pasta con ternura, despacio, amorosamente. Le
agregó unas gotas de rocío, frescas y cristalinas y un haz de luz de la luna
para que brillara y por último, colocó en el lugar del corazón una chispa
diminuta del relámpago. Tupá terminó de darle forma: era un pájaro. No era como
el benteveo, ni como los cardenales. Tampoco se parecía al tucán ni a los
cabecitas negras. Era frágil pero magnífi co como una piedra preciosa.
Satisfecho Tupá se lo acercó a los labios y sopló
con suavidad. El pájaro agitó sus alas multicolores breve, pero velozmente y
levantó vuelo.
Antes de alejarse sobrevoló a Tupá para agradecerle
la vida que le había dado y partió a beber el néctar de las fl ores. Había
nacido el picafl or.
Tupá estaba tan contento que no notó que Añá,
muerto de envidia, no se había perdido ni uno solo de sus movimientos. Cuando
Tupá se retiró a descansar, Añá decidió imitarlo y crear, también él, un
animal.
—¡J a! Cualquiera puede hacer lo mismo —se jactaba
Añá llenándose las manos de barro, pero no de la orilla del río, como había
hecho Tupá, sino de una charca pantanosa y maloliente—. Tengo que agregarle un
poco de color con estas fl ores...
Y tomó musgo y moho.
—Unas gotas de rocío...
Y Añá le escupió su propia saliva.
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—¡Ah! Me falta el brillo de la luna y una chispa de relámpago.
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• [LLAVES EN MANO]
Como Añá era un poco vago, no tuvo ganas de ir a
buscar un haz de luz de la luna y menos aún quemarse las manos para sacar una
chispa de un relámpago. Entonces los reemplazó con las escamas brillantes que
le arrancó a un pez distraído y con una brasa de su carbón.
Añá mezcló todo con sus dedos largos, ásperos y
peludos, y lo amasó sin esmerarse demasiado. Cuando tuvo en sus manos una masa
compacta y pegajosa, comenzó a darle forma y se dio cuenta de que no era tan
pequeña como la que había hecho Tupá.
—¡Bah! No importa —se dijo—. Mejor aún, así mi
animal es más grande que el de él.
Y continuó moldeando y moldeando hasta que lo tuvo
listo. Claro que a él no le salió tan prolijo. Además, de puro atolondrado que
es, se olvidó de hacerle las alas y le puso cuatro patas en lugar de dos.
Y llegó el momento de soplarlo. Añá, ansioso, se
llenó de aire el pecho y sopló sobre su animal. Pero ¡ay!, su aliento era
pestilente, repugnante, asqueroso. El animal cobró vida, pero se le aplastó la
cara al tratar de protegerse del mal aliento de Añá.
Este, furioso por el desprecio, lo arrojó hacia
arriba para que volara. El pobre bicho dio una voltereta por el aire y ¡plaf!,
cayó al suelo pesadamente. Las patas delanteras se le achataron tanto con el
golpe que ni siquiera pudo caminar.
Entonces Tupá, a quien los pájaros del monte le
habían ido a contar todo, se acercó al animal, lo acarició, lo pintó con los
colores del irupé y le enseñó a cantar. Había nacido el sapo. El animal,
agradecido, se fue saltando y desde entonces, canta cerca de los ríos.
Versión de una leyenda guaraní
2. Luego de leer el texto, respondan.
a. ¿Quién es
Tupá?
b.
¿Qué ingredientes usa para su creación?
c.
|
¿Por qué
Añá está celoso?
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3.
Expliquen
en su carpeta por qué “El picaflor y el sapo” es una leyenda.
4.
Subrayen
en el texto las palabras que indican que Añá creó la piel del sapo brillante y
de color verde.
5.
Imaginen un diálogo entre los dioses Tupá y Aña en
el que Tupá intenta disuadir a Añá de su proyecto. Escríbanlo en la carpeta.
6.
Expliquen en su carpeta por qué “El picaflor y el
sapo” es una leyenda.
7.
Subrayen en el texto las palabras que indican que
Añá creó la piel del sapo brillante y de color verde.